El amor duele en la ausencia…
Tanto que, cuando punza, me pregunto si vale la pena amar sabiendo que en un instante podemos perderlo todo: la asociación, las caricias, las ilusiones, los proyectos, la bendición de ser amados…
Es triste saber que el apego mata…Que el silencio hiere…Que la distancia nos ahoga y nos condena.
Te extraño…y no sé cómo podré recomponer el tiempo quebrado entre nosotros.Quizá cuando pueda acunarme entre tus brazos y anidar en tu orilla como un ave, volando entre mis ilusiones, pegada a tu cintura…apegada a tu vida…quizá ahí…pueda. Quizá en ese momento se me permita recomponer el llanto que, hoy, mi soledad me deja…
Un gran amor es como un junco aferrado a la orilla, que se dobla, pero no se quiebra, que se hunde, pero no se desprende, permanece estoico entre los nidos, azotado siempre por los vientos, tentado a viajar por las corrientes…Se suavizan sus aristas con el viento y fustigado persiste, firme, amarrado al barro de la ribera. Mientras, el río corre, las aves anidan entre ellos y las tempestades arrecian contra sus delgados cuerpos…
El amor duele, tanto como el azote frío del viento sur en invierno…Pero acaricia como alas de mariposas en pleno vuelo cuando estamos enamorados y somos correspondidos. Por eso resisto, estoica, delirante y loca me dejo mojar por las aguas de este mundo, permito que me azoten estos vientos y dejo a las tentaciones colarse por el río de la vida. A pesar de cada espina, sigo asida a la ilusión de ser amada…
Así te quiero, así te siento, así te espero: azotada por las tempestades, prendada del recuerdo de la inmensa felicidad que hemos compartido.
La esperanza me acompaña, siempre es mi guía. La fe un bastión. Creo en tu palabra, en tus dichos de amor. Y espero firme, amarrada a la orilla de este amor, hundiendo mis pies en el barro de la costa donde anclé mis raíces hace tiempo. Y te espero…amándote en la lejanía, sintiendo el latido de mi corazón en la necesidad de tu piel y tus miradas…Ansío el momento en que una habitación contenga nuestros cuerpos y tu respiración sea el oxígeno que beba.
El amor duele en la ausencia.
Pero ¿qué valor tendría amar sin estas pruebas? Las pruebas nos fortalecen, nos entrenan…
Ahora estoy lista para valorar cada segundo de amor que tengas para darme, porque conozco el vacío de tu ausencia…
Sandra Gutiérrez Alvez
febrero 15 de 2011