El hilo de este reino


Este blog ha acompañado el crecimiento de mi humilde obra desde 2008. En él guardo versos improvisados, poemas que amo y letras sueltas, pero todos ellos conforman este puzzle que soy, un ser en crecimiento, una amante de la palabra, un sueño de poeta.
Sandra Gutiérrez Alvez (Salma)

martes, 5 de junio de 2012

Papá Arce.

          Hoy, apenas despierta en la mañana, observé con detenimiento el árbol del medio del patio de mi casa. Frente a su figura desvestida emergieron a mi mente las palabras del técnico instalador de antenas que nos recomendó  podar sus ramas altas antes del verano, debido a que la recepción  satelital se podría ver desfavorecida por su tupido follaje. Recordé eso y quise correr y abrazarlo. ¡Se veía tan desnudo y débil en este día gris! El frío y el ruedo del camisón, enmarañado en mis medias de lana, me impidieron salir corriendo, fui cobarde, lo sé, pero  soy humana y débil…Así, enredada en las sábanas calentitas seguí observándolo por el ventanal. No podía quitar mi mirada de sus ramas grisáceas,  humildemente vestidas de pequeñas  semillas voladoras,  ubicadas en ramilletes escamosos, aprontándose  para desprenderse con el viento y caer suavemente en pequeños remolino sobre el suelo cubierto de humus. La lluvia de los últimos días, ha convertido el colchón crocante de oro en un resbaladizo camino peligroso, pero siento que es parte del proceso natural, por eso me gusta dejar el manto de hojas para alimentar el suelo y el césped. Adoro este paisaje aunque pueda parecer desprolijo, porque no siempre el orden y el progreso humano favorecen a la vida en general.

Pero, el árbol está allí, en el silencio matutino de mi patio, despidiendo el  otoño, apenas con algunos tempranos brotes verdes, mientras  yo, en la tibieza de mi cama, recuerdo los gloriosos días del último verano, días donde este árbol, fue la clave de la frescura del jardín. Me aparecen las imágenes, como fotografías sucesivas en mi mente, de lo que fue nuestro remanso de paz en la locura de la vida del balneario, nuestra fuente permanente de oxígeno y aire fresco bajo su fronda verde y abundante, la diversión para los mimosos gatos y nuestro refugio en las noches calurosas de enero. Recuerdo a mis hijos peleando por ocupar la cómoda hamaca y hasta veo la ropa delicada en su cuerda de media sombra… Él,  es un universo paralelo, un universo indispensable en nuestras vidas,  y a la vez un miembro importante de la familia, como lo son nuestros gatos, o  la vieja perra que nos acompaña hace tantos años con su sabia paciencia.

Mientras seguía en un ensueño de recuerdos, volví en un instante a la realidad y  me percaté de que este árbol, el más grande de todos  los que engalanan nuestro fondo y comparte nuestra vida desde hace tantos años, ese que planté cuando era una pequeña semilla voladora y ha crecido junto con mis hijos, ese árbol especial, no tiene nombre y ni siquiera sabemos a qué especie pertenece. Su vecino y hermano, el Fresno, le ha prestado su apellido por mucho tiempo, pero es triste que un personaje importante no sea reconocido por su verdadero nombre.

Me levanté y rápido corrí a encender mi computadora, con el objetivo de encontrar los datos y  según pude averiguar con el viejo y querido Google, nuestro amigo es un Arce Negundo. Llamé al Consejo familiar y decidimos que desde hoy lo llamaremos Papá Arce. Pensamos que de alguna manera él lo sabrá y cada vez que lo nombremos, le utilicemos las ramas o lo abracemos podrá sentir cuán agradecidos estamos de contar con su amistad y compañía, porque algunos lenguajes  tienen traductores incorporados para acoplarse y comenzar a formar parte  del universo que,  por alguna razón, nos rodea.

Salma Hassan
junio2012
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Un día final

    Por el piso sus cartas desleídas. Y unas alas de seda bajo el vidrio dejan oír en lejana suspicacia “The Girl Is Mine”  y un Michae...