El hilo de este reino


Este blog ha acompañado el crecimiento de mi humilde obra desde 2008. En él guardo versos improvisados, poemas que amo y letras sueltas, pero todos ellos conforman este puzzle que soy, un ser en crecimiento, una amante de la palabra, un sueño de poeta.
Sandra Gutiérrez Alvez (Salma)

viernes, 30 de octubre de 2020

Estampas de la primavera 2020




Los jazmines  han cargado el aire con su suave perfume. Los pequeños pétalos rosados se decoloran al sol del mediodía dejando esparcir el dulce baho... Placeres que cada año nos regala la primavera. 

Hace algún tiempo, el cerco se llenaba de mariposas, avispas y abejas, vuelos necesarios y hermosos que llevaban la promesa de vida a otros jardines. Estas visitas fueron disminuyendo con el paso del tiempo y este año no hemos visto mariposas; ni siquiera los ramilletes repletos de flores las atraen. Algunas especies, seguramente extintas por los venenos de los herbicidas, no volverán jamás a nuestro jardín.  Otras,quizá han detenido su vuelo debido a los fríos tardíos que,  este año, octubre trajo a este lugar del mundo. 

Igualmente, algunos valientes salen en busca su perpetuidad. Una pareja de  picaflores  zigzaguean entre las delgadas ramas del cerco, confundiéndose con el follaje. Su danza pequeña y efímera sobre las flores, son agasajos que apreciamos, disfrutamos y agradecemos.  Vemos a uno posarse sobre la rama de la acacia, otro sobre el delgado cable de la línea telefónica y quiero pensar que son ofrendas de amor a cambio del suculento banquete que recibieron en el cerco de jazmines.

Estas son estampas de la primavera del dos mil veinte, un año atípico en un clima cada vez más cambiante e impredecible. Y me pregunto, por cuánto tiempo más volverán esas visitas a nuestro jardín.

Si no cambiamos la forma en que contaminamos nuestra tierra. ¿Cuánto tiempo más? Eso, solo Dios, lo sabe.


martes, 13 de octubre de 2020

Primavera en el mar al sur del mundo

 

Primavera en el mar al sur del mundo

 

Danzan las varas de los juncos,

me susurran las hojas de las cañas

y en la orilla revolotea, absorta, 

la pequeña azulada peregrina.

 

Sal y viento, reel y caña.

¡Es primavera en el mar,

ya puedo verlo!

Siento en mi piel su tibio aliento.

Tibio el ambiente, tibio el cielo.

En esta blanca orilla del río como mar, 

al sur del mundo, nido de gaviotas,

cielo de albatros y petreles,

que como manchas, adornando el borde, 

entre los arenales, escoltan al viento…

Un aromo pequeño, solitario,

pirata entre los médanos, 

esconde sus monedas. Un millón de flores, 

que encalladas en la  falda empinada, 

poco a poco, sus pétalos despeñan.

La delgada arandela de la luna

vibra entre las cañas,

y en su imponente flama,

refleja el sol su largo sendero sobre el agua.

 

Me adentro en el confín lejano.

Y entre la arena, dejo caer mi sueño...

Viajo, vuelo, navego.

 

¡Es primavera en mi mar,

ya puedo verlo!

 

Salma

Este poema, escrito originalmente en 2007, fue creciendo y mutando con el tiempo, teniendo una versión definitiva, hoy , 13 de octubre de 2020. 

Autor: Sandra Gutiérrez Alvez, Parque del Plata, Canelones, Uruguay

Playa de Parque del Plata*

*Atribución de la fotografía: De Kleidas - Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=5321008

lunes, 5 de octubre de 2020

Un último recuerdo


Incauta, busco y rebusco entre mis cajones tus abandonos y mis rencores, mis perdones y tus vueltas. Y nuestras concordancias, esas equinas que el destino nos ha preparado para estos encuentros a media vida, a medio mundo, a todo dar y sin condiciones.

Te vistes y desvistes de eternidad y eres sueño y descontento. Y eres carne y alma, canto y silencio. Y vienes a dormir conmigo y luego te marchas sin decir palabra. Y eres mi rey y yo tu cielo, hasta que nuevamente te alejas y contigo se va mi devoción y mi aparente calma.

Hoy sentí tu respiración en mi almohada, esa que me prestaste para soñar cuando mis sueños se hicieron tuyos y mi cuerpo tu sosiego. Hoy el vaho del mismo Baco montó el escenario para nosotros y amanecí dormida en tu pecho.

¿Cuál sería la locura que ocupó mi cuerpo para que te aceptara de nuevo…? No lo sé.

Mas, caminé con pasos sigilosos. Hoy fui yo quien se quedó un momento observando tu alma descolgarse del último hilo de la noche.

Mis pasos no dejaron huella y me marché en silencio para siempre, dejándote un último recuerdo. Una señal de vida y alma: el rastro de mi perfume en tu desvestida cama.




Poema :Salma (Sandra Gutiérrez Alvez)

Fotografía: rawpixel.com




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