A Ramón y Elisa, mis abuelos,
hoy habitantes de lejanos mundos,
con los que algún día compartiré nuevas emociones
Iluminaban la mesa: pan casero, fruta y sal.
Las sillas de aquel herrero: almohadón, de lana y paz;
cerca frutas y viñedos en el verde madrigal.
Sobre la mesada blanca toda la tarde a leudar
las tortas fritas de Elisa, quiero volver a probar.
La casa de mis abuelos: muebles de estilo francés,
heredando variedades: dulce, amor y sencillez.
Un mantel de hilo antiguo, manos de Seda al bordar
fueron pasando los días de mi niñez, fruta y pan...
En pocos años la vida, me alejó de su vergel
las noches de lotería, cuentos, novela y tevé...
Las sillas de aquel herrero, tienen marcas de mi edad.
Tienen mapas de tesoros las paredes del fanal...
Cuando mi vida avisore que el tiempo no llega más
las tortas fritas de Elisa, voy volver a probar...
Sandra Gutiérrez Alvez