A Ramón y Elisa, mis abuelos,
hoy habitantes de lejanos mundos,
con los que algún día compartiré nuevas emociones
Iluminaban la mesa: pan casero, fruta y sal.
Las sillas de aquel herrero: almohadón, de lana y paz;
cerca frutas y viñedos en el verde madrigal.
Sobre la mesada blanca toda la tarde a leudar
las tortas fritas de Elisa, quiero volver a probar.
La casa de mis abuelos: muebles de estilo francés,
heredando variedades: dulce, amor y sencillez.
Un mantel de hilo antiguo, manos de Seda al bordar
fueron pasando los días de mi niñez, fruta y pan...
En pocos años la vida, me alejó de su vergel
las noches de lotería, cuentos, novela y tevé...
Las sillas de aquel herrero, tienen marcas de mi edad.
Tienen mapas de tesoros las paredes del fanal...
Cuando mi vida avisore que el tiempo no llega más
las tortas fritas de Elisa, voy volver a probar...
Sandra Gutiérrez Alvez
La casa de los abuelos solo puede inspirar dulzura, gratos momentos, objetos que cobran vida como tu lo manifiestas!
ResponderBorrarUn Besito Marino
Sandra, antes que nada quiero, debo, decirte que tu blog está muy bien realizado, se nota a simple vista el compromiso con el que te has tomado esta empresa.
ResponderBorrarCon respecto al poema, nada puedo decirte más que éste refleja esas relaciones con nuestros seres tan queridos de una manera conmovedora. Y que lograr que ese cariño deje de ser inefable es un escollo muchas veces insalvable, pero que has logrado superar con creces.
Saludos, éxitos! Espero nos mantengamos en contacto.