En esta vida, quien ha sido cuerpo, solamente,
no percibe musas ni instrumento alguno.
Ni sabe que cuando vienen a buscarte las guitarras
debes dejarlo todo, tomar tu pluma, tu papel y acompañarlas.
Hoy vinieron a buscarme las guitarras.
No las dejé entrar, desértica, infecunda, desolada;
supe que sus notas altas y elegantes
huirían de mi, sin tu voz, tu luz, ni tus palabras.
Vinieron a buscarme, ya se han ido.
No las pude entender, ni me entendieron.
Mi alma adormecida por tu ausencia, sólo lloraba,
mi lamento lánguido, escoltaba la prórroga a mis ansias.
Llovía afuera y aquí entre mis sábanas fías,
de añoranzas y confusión mi llanto hablaba.
Y oí alejarse el sonido de las cuerdas en el alba,
mojando tanto el cuerpo como el alma.
Viajé buscando las palabras…Y al despertar,
me faltaron las musas de tu expresión lejana,
del mar, la soledad húmeda y plana,
de los embates del viento, sus ataques,
y de mi llanto el goteo constante…
El sol nuevamente brillaba…
Y pensé que
vaciar mi piel ante la cadencia de sus notas
hubiera sido desnudarme en esta soledad acompañada.
Estéril, mi poesía se rindió avergonzada.
Porque mi cuerpo te extraña
y mi alma añora la melodía de tu alma…
Coro de musas entre mis sábanas…
Eterno inspirador de mis palabras,
cuerdas y numen de cortejada orfandad te aclaman.
Y entre mis sueños, amor de mis amores, luz de mi alma,
te vuelves humo entre la niebla de la madrugada…
Hoy vinieron a buscarme las guitarras.
mientras estaba desértica, infecunda, desolada...
Estéril, mi poesía se rindió avergonzada.
Ya volverán, lo sé , espero ansiosa…
porque siempre vuelve, la música del alma…
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