Tus pasos en la arena, han dejado sus huellas
fundidas en mi sílice, crisol de soledad.
Fueron tan y tan hondas que no puedo borrarlas,
y no supe quitarlas, ni dar un paso atrás…
Se desgranó mi risa, se disolvió mi canto
y mi vida fue llanto de gaviota sin mar…
Tuve vuelos rasantes entre el miedo y la tierra
y tu mar se hizo foso de dulce oscuridad…
Poco a poco las nubes fueron dejando el cielo
y mis ojos buscaron su barca navegar.
Divisaron la tierra, sorteando los piratas,
que en mi playa fondearon, por amparo alcanzar…
Tus pasos en la arena fueron en bicicleta,
tuvieron alas, cresta de ola, sombra y sal…
Tus pasos se alejaron de mi, y, por concreta,
se fue alejando toda mi espuma de tu mar…
Caminé como nunca, con mis pasos sencillos
escondidos en pasos de elegante andar.
Me disfracé de diosa, me engalané de cielo,
y, supe que algún día, me volvería a encontrar…
Ahora ya camino con pasos soberanos,
no preciso bastones, ni barras para andar.
Ya no sigo tus huellas ni camino en tus sendas,
ya no busco la sombra que dejas al pasar.
Me vestí de mi misma, me quité las caretas,
florecieron mis manos, y hay rocío en mi pan…
Voy camino al encuentro de realidades nuevas,
y me crecieron alas que me dejan volar…
Hoy por fin he podido, decir no, a tu silencio,
tomar de lo aprendido, mi ansiada libertad.
Y, construyendo pasos con lo que he asimilado…
voy lejos de tus huellas, amada soledad…
Sandra Gutiérrez Alvez
Seda