Caer en primavera
Matizaron las sombras
de acuarelas sus dulces pinceladas
azulando las flores y mis yemas
los tintes de la primavera.
La noche fría durmió
bajo las farolas de la calle oscura.
Y por entre los rayos del recién amanecido
las aguadas marcaron los regresos.
Mis dedos tibios las tocaron,
apenas desligadas del papel calado por la niebla.
La gota gris desdibujó el contorno,
cayó el azul y se mezcló de pronto,
saturados los rincones formaron azucenas coloridas.
Y aves sutilmente desteñidas
volaron sobre el horizonte roto.
No vendrán momentos concluidos,
a extinguir las luces de mis farolas rojas con sus vientos fríos,
ni su nocturnidad a contarme de estrellas apagadas.
Ni los caminos se teñirán de niebla
para nublarme en su claridad siniestra.
Volvió la primavera a tocar mi puerta.
Porque caer y caer es mi destino,
y en cada año, caigo,
como en brazos de Morfeo, ensoñecida.
Rueda el reloj y el actor cambia,
y mis alas sostienen la caída.
Y al despertar,
muero y renazco,
pintada y desteñida de acuarelas
como el bronce mojado por la noche.
El pasto, que se acostó bajo mi pecho
le ofreció rocío a mis amapolas
y sus semillas germinaron en mis manos.
Las mariposas invadieron mis entrañas
mientras caía nuevamente
para ser quien más me gusta.
Y ya no importa si es verdad el resto,
esto es cierto, lo siento.
Otra vez se vistió de jardín mi cielo,
y la nocturnidad de mis recuerdos
me dejó vivir,
vivir, como yo quiero.
Salma Hassan
setiembre de 2013