El hilo de este reino


Este blog ha acompañado el crecimiento de mi humilde obra desde 2008. En él guardo versos improvisados, poemas que amo y letras sueltas, pero todos ellos conforman este puzzle que soy, un ser en crecimiento, una amante de la palabra, un sueño de poeta.
Sandra Gutiérrez Alvez (Salma)
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miércoles, 6 de octubre de 2010

El amor lo puede todo.


La primera vez que lo supe.

Una noche planeamos, secretamente, su venida. Sabíamos cuánto la necesitábamos. Sería nuestra carta ganadora en momentos de pérdida y una alegría eterna.
Era nuestro primer gran proyecto en comunión, y a pesar de los miedos propios y ajenos, nos arrojamos al río, juntos.
Desde el inicio se hizo notar y mis días cambiaron completamente. Mi instinto agudizó la protección de nuestras vidas. Disminuyeron las horas laborales y aumentaron las de sueño, hasta que, al llegar, se invirtieron los eventos.
Esperaba, ansiosamente, conocer su mirada, y pasando el tiempo el deseo se hizo irresistible.
Preparamos, con amor, cada detalle de la bienvenida. A pesar de los vientos en contra, y con diez días de retraso, nadando peligrosamente para rescatarla, el siete de octubre arribó segura a nuestro puerto.

El amor lo puede todo, esa fue la primera vez que lo supe…cuando Sofía, llegó a este mundo.


Sandra Gutiérrez Alvez
mamá



16 años después es mi cómplice y mi amiga


Feliz cumple Sofi!!!
el amor lo puede todo...

te amo


Safe Creative #1007230004654

lunes, 12 de abril de 2010

“Entre el oro que me rodea”




“Entre el oro que me rodea.”

 

Me dormí  con la brisa, de verano cubierta

Amanecí en otoño, entre brazos ajenos…

Mientras la primavera, cubre tu cuerpo pequeño…

Yo, en la distancia, amor, anhelando tus besos.

 

 

 

“Las hojas cubren de oro nuestras calles, mientras nacen en el norte los botones...” esa fue la frase con la que amanecí en la cabeza, y al incorporarme, vi aparecer rápidamente el otoño en el patio trasero de mi casa, entonces recapacité como, en pocos días, nos  hemos llenado de  paz, silencio y cambios...

Tomé los minutos de siempre para estar conmigo a solas, y a la vuelta, aprecié que nuevos sueños vestidos de oro y desnudos de miedos, envolvían el ambiente. Claro, que en cada nueva estación, somos más viejos y más sabios, vamos creciendo y avanzando en el camino…pero el otoño llega a ser muy especial: la naturaleza lentamente se desnuda, mientras nosotros nos acostamos de verano y amanecemos vestidos de invierno.

 

Tras esta reflexión matutina, me arropé en mi bata azul y con mi café entre manos,  salí a sentarme bajo la tibieza del sol otoñal en mi sillón predilecto… Parecía que a todo lo envolvía una nube de luz especial. Veía caer las hojas lentamente, y,  oros, naranjos, terracotas, colmaban la alfombra de mi jardín…

Al avanzar, sentí el crujir de las hojas bajo mis pies, y una caricia de sol sobre mis  hombros. Entonces caminé dejándome llevar por el sendero de oro que la naturaleza había creado, y en ese instante pensé que  todo cuanto me rodeaba, era exclusivamente para mí.  Pendulares sedas de arácnidos rozaban mi rostro. Las ramas se desnudaban más y más, mientras yo transitaba entre ellas y las hojas parecían despeñarse al ritmo de mis pasos.  En ese mismo momento me observé arropada, con la tibieza de marzo entre el pelo y la  piel, con el rostro acariciado por la ventisca otoñal,  y pensando en que sólo  en unas semanas atrás, me asoleaba extendida en mi reposera, en este mismo patio, en traje de baño y deseosa de mar… Y concluí, que antes pensaba en estar bronceada y delgada, y que ahora sólo me interesan cuales serán los colores que en esta temporada disimularán mis kilos de más … pero, sé que ellos también me llevarán a convertirme en una más, del homogéneo paisaje…

- Los protagonistas cambian, me dije…antes eran los cuerpos, ahora son los tejidos y modelos que los envuelven. Antes eran la piscina y el mar, ahora la alfombra de hojas y los esqueléticos  árboles. Antes la reposera, ahora mi sillón bajo el kiosco.

 

Hoy la piscina  ya está vacía y cubierta, la orilla el mar desolada, mi reposera guardada y mi sillón otoñal  en espera, como cada año, para que le cuente de mis nuevos proyectos, mis sueños y mis metas…

Y en cada instante, voy disfrutando de la inmensidad de cada pequeño cambio, caminando hacia él sin reparos, porque sé que el otoño me desnuda y me deja así, entre todo  el oro que me rodea, para nuevamente vestirme de esmeralda cada primavera…


   Sandra Gutiérrez Alvez

El amanecer de una nueva vida.

  Era tarde y hacía frío. La habitación casi vacía y yo sentada en la alfombra. El ventanal desnudo dejaba el reflejo de las luces de los c...