Me traicionan las ganas de ser mujer,
a cada instante.
La trama de mi piel vino conmigo,
es quien recubre mi alma…
El romance temprano, atacó mis sentidos
Y el oleaje del tiempo me atrapó,
eterno, entre sus brazos...
Los hombres desean de mí, lo que no soy
mi cuerpo blando de nácar rosa
es sólo la corteza envolvente del alma fémina y dulce
que tanto oculto en defensa propia.
Las alas abandonaron sus capullos para que yo naciera,
por eso no deseo pertenecer a hombre alguno
ni jamás lo haré…
Aunque decida compartir la vida
y acompañar las lunas de las noches
de aquel que acaricia mis sentidos y me arrulla,
complaciéndome en los caprichos más insolentes…
Porque mis sábanas,
tramadas con los mejores sueños de los capullos más preciados,
no conocen el desprecio de quienes han querido rechazarme;
son palpables sólo en la inocencia de sueños verdaderos,
envuelven mis sentidos
y los de aquel que realmente sepa,
cual es mi rol, cuánta es mi sed.
Sueños de Seda, al amanecer...
Sandra Gutiérrez Alvez