Al buscador de oro
(Tributo a mi abuelo Ramón)
1910-15 de agosto-1997
Ya no quiso decirme
ni una sola palabra
ni sus versos, ni cuentos
resonaron al alba…
Y se fue yendo lento
mientras yo respiraba
lejos de su carcasa
ya pequeña y gastada.
Y sus ojos grisáceos
se cerraron de pronto
frente al sueño profundo
de la postrer mañana…
Y tapearon su cuerpo,
en aquel frío junio,
y el silencio tortuoso
le invadió su lugar
Y lo vi irse lento
por el camino viejo
bordeado de malezas,
pinos y soledad.
Y ya no hubo oro
entre ollas perdidas,
ni taperas, ni duendes
entre higueras añejas,
que pudiera negarse
a entregar su tesoro
al buscador eterno,
al buscador de oro.
Y vinieron las luces
que nacen en el campo
y lo elevaron lento
y lo llevaron lejos…
subiéndolo entre nubes
de tesoros añejos…
para seguir buscando
con su espíritu eterno.
Ya no pudo decirme
ni una sola palabra
pero había dicho tantas
que ¿para qué forzarlas?
Si me dejó su herencia
de sonrisa traviesa,
si derramó sus versos
y me impregnó en poesía.
Si me mostró el camino
de sueños y tesoros,
y de infinita búsqueda
por el que hoy transito.
Si sé que está soñando,
cuidando sus anhelos,
jugando con su oro
entre el sol y los cielos…
Ya no quiso decirme
ni una sola palabra
ni sus versos, ni cuentos
resonaron al alba…
y comparto su herencia:
sembrador de palabras,
buscador de tesoros,
soñador sin amarras.
Él no pudo esperarme,
yo no quise alcanzarlo
porque sé que algún día
transitaré a encontrarlo…
Sandra Gutiérrez Alvez
Seda